Amigas y amigos amantes de la lectura
Un proverbio hindú dice que “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Sin pretender mejorar la cita, creo que podemos añadir que un libro compartido es una buena manera de ampliar la mente y hacer amigos.
Estamos aquí hoy, no sólo compartiendo nuestro amor a la lectura, sino también compartiendo el pan y la sal de la amistad, una amistad que se va fraguando con cada libro que descortezamos, expurgamos y a veces maltratamos juntos.
Cada uno de nosotros seguramente, hemos llegado a la lectura por caminos y motivos distintos. Cada cual disfrutamos de la lectura en momentos, lugares, y dosis diferentes.
Yo no tengo reparo en decir que fueron las tediosas esperas en los aeropuertos, los interminables viajes transoceánicos, y sobre todo las solitarias noches de hotel lo que me forzó a abordar la lectura no tanto para aprender como para poner alas al tiempo y rellenar largos huecos de por otra parte una ajetreada vida laboral.
Afortunadamente, esta necesidad se fue convirtiendo en afición y luego en pasión. Hoy, quizá de manera un tanto ecléctica, mezclo la lectura de reflexión con la lectura puramente de evasión, y me sentiría mal sin un libro al alcance de la mano.
Probablemente cada uno de vosotros y vosotras tiene una historia semejante de cómo o por qué ha llegado a ser un aficionado a la lectura. Pero ahora, además tenemos todos un rasgo en común: no sólo nos gusta leer, nos gusta compartir nuestras lecturas.
Por poco tiempo que llevemos en este club, seguramente ya nos hemos dado cuenta que ninguno de nosotros leemos los libros de la misma manera, vemos las mismas cosas, nos llaman la atención, nos impresionan, nos conmueven, nos escandalizan o nos causan rechazo las mismas frases. Incluso a veces interpretamos la misma escena de manera diametralmente opuesta. Y es bueno, estimulante y enriquecedor que así sea. Por eso precisamente disfrutamos confrontando nuestra visión del texto y de paso enriqueciéndonos de la visión de los demás.
Por otra parte, inevitablemente, nos vamos conociendo mejor, y cuando se tiene la mente abierta, compartir ideas y conocer a los demás es la base de una buena amistad.
Un proverbio hindú dice que “Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora”. Sin pretender mejorar la cita, creo que podemos añadir que un libro compartido es una buena manera de ampliar la mente y hacer amigos.
Estamos aquí hoy, no sólo compartiendo nuestro amor a la lectura, sino también compartiendo el pan y la sal de la amistad, una amistad que se va fraguando con cada libro que descortezamos, expurgamos y a veces maltratamos juntos.
Cada uno de nosotros seguramente, hemos llegado a la lectura por caminos y motivos distintos. Cada cual disfrutamos de la lectura en momentos, lugares, y dosis diferentes.
Yo no tengo reparo en decir que fueron las tediosas esperas en los aeropuertos, los interminables viajes transoceánicos, y sobre todo las solitarias noches de hotel lo que me forzó a abordar la lectura no tanto para aprender como para poner alas al tiempo y rellenar largos huecos de por otra parte una ajetreada vida laboral.
Afortunadamente, esta necesidad se fue convirtiendo en afición y luego en pasión. Hoy, quizá de manera un tanto ecléctica, mezclo la lectura de reflexión con la lectura puramente de evasión, y me sentiría mal sin un libro al alcance de la mano.
Probablemente cada uno de vosotros y vosotras tiene una historia semejante de cómo o por qué ha llegado a ser un aficionado a la lectura. Pero ahora, además tenemos todos un rasgo en común: no sólo nos gusta leer, nos gusta compartir nuestras lecturas.
Por poco tiempo que llevemos en este club, seguramente ya nos hemos dado cuenta que ninguno de nosotros leemos los libros de la misma manera, vemos las mismas cosas, nos llaman la atención, nos impresionan, nos conmueven, nos escandalizan o nos causan rechazo las mismas frases. Incluso a veces interpretamos la misma escena de manera diametralmente opuesta. Y es bueno, estimulante y enriquecedor que así sea. Por eso precisamente disfrutamos confrontando nuestra visión del texto y de paso enriqueciéndonos de la visión de los demás.
Por otra parte, inevitablemente, nos vamos conociendo mejor, y cuando se tiene la mente abierta, compartir ideas y conocer a los demás es la base de una buena amistad.
Brindo por la lectura compartida y brindo siempre por la amistad.
(Brindis de Federico en el encuentro de Clubes de Lectura de las Bibliotecas Municipales de Burgos)
1 comentario:
Bueno baronrojo estás desconocida ultimamente y sobre todo muy pero que muy aplicada, hay que ver......
Pues si es verdad todo lo que dices, cada uno tiene su propia historia de su amor a la lectura, aunque creo que es algo innato en la persona.
Yo ya era una forofa de la lectura a una tierna edad, a los 4 años ya sabía que me apasionaba leer y leía todo lo que caía en mis manos que no era mucho, entonces no teníamos tantas facilidades para acceder a los libros como las tenemos ahora.
Yo animo a la gente a que practique este sano deporte, pero les hay que no se dan por aludidos a pesar de que nuestras bibliotecas
están bien surtidas, claro que ellos se lo pierden.
Y es cierto que compartir nuestras lecturas es algo estupendo, así que seguiremos en ello.
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